domingo, 3 de abril de 2011

Detenido un hombre en Tarragona por la desaparición de su segunda mujer y su cuñado

El arrestado, Ramón Laso, fue condenado en 1993 por el asesinato de su primera esposa y su hijo

Los Mossos d'Esquadra han detenido hoy en Tarragona a Ramón Laso, condenado en 1993 por el asesinato de su mujer y su hijo, por su presunta vinculación en la desaparición en marzo de 2009 de su segunda esposa y su cuñado.
La policía autonómica ha registrado esta mañana el bar La parada, que Laso tiene en el barrio de Riu Clar en Tarragona, en busca de pistas de su mujer, Julia Lamas Ovejero, portera de una céntrica finca de la ciudad, y de su cuñado Maurici Fuentes, un celador del hospital Juan XXIII.
Acompañados de la secretaria judicial, los mossos también han registrado la casa de Laso, en la calle del Príncep de Viana, en Els Pallaresos (Tarragona), en busca de pruebas. Tras el registro, los agentes han detenido a Ramón Laso, a quien se han llevado exposado a comisaría, y se llevado de la casa picos, palas, diversas cajas y un saco.
Laso fue condenado a 57 años de prisión en 1993 por haber asesinado a su mujer Dolores Camacho, en 1989, y seis meses después a su hijo Daniel, de seis años. En cumplimiento del antiguo Código Penal, Laso cumplió en la prisión de Tarragona solo una pequeña parte de su condena y en 1999 ya estaba en libertad condicional.
La familia de los dos desaparecidos se había personado en el caso al dirigir sus sospechas hacia Laso. Las diligencias están bajo secreto de sumario desde marzo de 2009. La nueva titular del juzgado numero 2 de Tarragona, María Ángeles Sánchez, que ocupó el cargo el pasado viernes, ha prolongado el secreto sumarial pero ha ordenado los dos registros domiciliarios orientados a esclarecer el caso.

Arrodillado ante la juez, en presencia de la fiscal, de su letrado y del abogado de la familia de los dos desaparecidos, Ramón Laso clamó ayer por su inocencia. “Yo ya pagué por lo qué hice. Soy una buena persona”, exclamó antes de escuchar cómo la fiscal pedía a la juez su ingreso en prisión. Durante casi dos horas, Ramón, condenado en 1993 por el asesinato de su primera mujer y su hijo de seis años, negó tener relación alguna con la desaparición de su mujer, Julia Lamas, y de su cuñado, Maurici Font, el 27 de marzo de 2009.
Poco después, con la cabeza alta y apariencia sosegada, salió de la sala de vistas del juzgado de instrucción número 2 de Tarragona esposado, acompañado por la pareja de Mossos d’Esquadra, camino de la prisión de Tarragona. La juez decretó ayer prisión provisional comunicada sin fianza por dos delitos de homicidio para el detenido el miércoles en relación a la desaparición de su mujer y su cuñado, en marzo de 2009. Al escuchar la decisión de la juez, Laso suplicó de nuevo piedad. “Por vuestros hijos”, espetó.
Durante casi dos horas, proclamó su inocencia y negó cualquier relación con la desaparición de su mujer y de su cuñado, a preguntas de la juez y la fiscal. La investigación abierta dos años atrás sigue bajo secreto de sumario.
El registro realizado por los Mossos d'Esquadra en casa del imputado el pasado miércoles, en Els Pallaresos (Tarragonès), descubrió que Ramón tenía una importante cantidad de dinero en metálico en su domicilio. La juez tiene suficientes indicios para pensar que el acusado estaba preparando su pronta huida del país, con destino a Paraguay, lugar de origen de su actual pareja, con quien se casó en diciembre de 2010. Ramón hizo el pasado febrero un envío con objetos diversos a Paraguay. El temor por la huida de Laso habría desencadenado, al menos en parte, el registro de la casa, donde se encontró también un pico y una pala, y su posterior detención.
La casa que compartía con Julia estaba en venta y su bar, en Riu Clar (Tarragona), se traspasaba. El móvil económico sigue siendo la principal hipótesis del doble homicidio. A Maurici le habría matado para quitárselo de en medio, pues Ramón se sentía atraído por Mercedes Lamas, esposa de Maurici. A su mujer Julia la habría matado para quedarse con todo lo que compartía la pareja.
Aunque hasta ahora no han sido localizados los cadáveres, más de una decena de pruebas incriminan a Ramón Laso con la desaparición de Julia Lamas y Maurici Font. Laso intentó suplantar la identidad de Maurici para hacer creer que los dos desaparecidos habían huido juntos, de forma voluntaria.
A pesar de que el imputado es una persona capaz de actuar con gran frialdad, tal y como quedó probado cuando intentó simular la muerte de su hijo en accidente de tráfico, cometió varios errores que le han acabado por incriminar. Parte de la información clave se ha logrado a través del seguimiento realizado por los Mossos a través de las llamadas efectuadas por Laso desde su teléfono móvil y también utilizando el de Maurici.
Los investigadores piensan que el acusado se empleó a fondo para hacer desaparecer los cadáveres de las víctimas sin dejar ninguna prueba inculpatoria. Primero le habría quitado la vida a Maurici y después se habría empleado a fondo con Julia, que habría opuesto más resistencia. “Hay suficientes indicios para condenarlo”, sostiene Pere Sutil, abogado de la familia de los desaparecidos, que sigue reclamando un rastreo exhaustivo de una finca propiedad de Laso, en las afueras de Tarragona, donde creen que podría haber enterrado los cuerpos.
El conocido como el doble parricida de Amposta (Montsià) se mostró ayer tranquilo, antes y después de declarar. Quienes trataron a Ramón le describen como una persona paciente y afable, muy lista. “Podía llegar a ser encantador”, destaca Mercedes Lamas, hermana de Julia y esposa de Maurici. Las dos parejas, Ramón y su segunda mujer Julia, y Mercedes y Maurici, enfermo de diabetes, salían a menudo juntos e incluso habían realizado algún viaje. Las dos parejas tienen sus casas en la misma urbanización (Jardí Imperi), en Els Pallaresos. “Te hacías un hartón de reír a su lado”, añade Mercedes.
Eduardo, hermano de Julia, desaparecida, también había tratado a Ramón. “Nos engañó a todos”, comenta. La cara más oscura del acusado muestra a una persona machista que maltrataba psicológicamente a Julia, ninguneándola constantemente. El acusado puede ser muy agresivo cuando se le llevaba la contraria, explican los familiares.
El doble parricida, a quien califican como a un “encantador de serpientes”, fue también capaz de seducir a los funcionarios de la prisión de Tarragona, trabajando como jefe de cocina para lograr agilizar su salida de la prisión, en libertad condicional, gracias a su buena conducta. Laso fue trasladado ayer a primera hora de la tarde a la prisión de Tarragona, donde cumplió sólo seis de los 57 años de su condena.

Lobos con piel de cordero

El psicópata integrado controla sus impulsos, engaña al entorno y mide sus actos

Son lobos escondidos bajo una piel de cordero. O personajes que parecen sacados de la mente de Hannibal Lecter. “El psicópata es el depredador por excelencia de la especie humana”, afirma Concepción Aroca, psicóloga de la Universidad de Valencia. Una especie “devastadora y destructora –añade esta profesora– que raras veces manifiesta signos de arrepentimiento o sentimiento de culpa o remordimiento”. Y apuntilla: “El psicópata es un mentiroso patológico, un manipulador nato y un ególatra extremo”.
La personalidad de Ramón Laso encajaría con ese perfil. De cara a su entorno y allegados se muestra con la piel de cordero. Las personas que le conocen le definen como una persona buena, afable y extrovertida. Pero si se confirma la peor de las sospechas que ahora mismo se ciernen sobre este vecino de Tarragona, volverá a quedar al descubierto su cara más feroz: la del lobo. Y ese rostro de la muerte sólo lo han visto sus víctimas. Ya ocurrió con la historia de Gilberto Chamba, conocido como el Monstruo de Machala y uno de los asesinos en serie más crueles atrapados en Catalunya. Después de matar a ocho mujeres en Ecuador, cometió su noveno crimen en Lleida, donde asesinó a una universitaria. Chamba era un cordero en su vida diaria –ejercía de simpático taxista o atento vigilante de parking– y un lobo a la hora de violar y asesinar. Todavía hoy sus familiares y conocidos dudan de que sea un monstruo. Joan Vila, el celador de Olot, encaja también en el perfil del psicópata. Delante de los suyos se mostraba tierno y atento con los ancianos a los que cuidaba. Pero al quedarse solo con ellos, presuntamente los asesinaba con cócteles de productos corrosivos y barbitúricos sin mostrar la más mínima piedad. O Rosario Sánchez, conocida como la “asesina de ancianas” de Barcelona. Para sus vecinos era poco menos que una samaritana al estar siempre dispuesta a cuidar a las jubiladas de su barrio. Entraba en sus casas con cara de cordero y una vez dentro se desprendía de esa piel y las asesinaba para robar dinero y joyas.
Concepción Aroca indica que el psicópata cree estar por encima del resto de las personas. “Sólo las utiliza si necesita algo de ellas y cuando no lo encuentra pierde incluso la conciencia de que esas personas existen”.
La psicopatía, afirma esta psicóloga, “es el más grave de los trastornos de personalidad y el que más cuesta de admitir porque duele aceptar que un ser humano pueda hacer tanto daño sin padecer ninguna enfermedad mental”. El psicópata, al contrario de lo que ocurre con los esquizofrénicos o psicóticos “diferencia el bien del mal, lo real de lo irreal y no tiene alucinaciones ni trastornos psicopatológicos que le alejen de la realidad. Sabe lo que hace y es plenamente consciente de ello”, afirma esta profesora.
Vicente Garrido, profesor de Criminología de la Universidad de Valencia y autor, entre otros libros, de La mente criminal, habla de dos tipos de psicópatas: los criminales (que inician su carrera delictiva de jóvenes y abusan de las drogas y el alcohol) y los integrados. Ramón Laso se incluiría en el segundo grupo. “Estos individuos tienen un mejor control de los impulsos, planifican más y cuando al fin deciden delinquir tienen muy claro que vale la pena correr los riesgos con tal de lograr sus propósitos. Puede ser dinero, propiedades, librarse de alguien incómodo, vengarse de un agravio...”, afirma Garrido. “Nadie se espera esa violencia –añade el profesor– porque no suelen tener antecedentes, trabajan y muchas veces llevan una vida totalmente normal en familia”. Lo que sí comparten el psicópata integrado y el criminal es “la falta de empatía y emociones, un profundo egocentrismo y un acentuado narcisismo”, zanja

 

 

El presunto parricida de Amposta reconoce haber simulado el 'accidente' de su hijo

Ramón Laso, vecino de Amposta (Tarragona) y presunto autor de un doble parricidio, fue puesto ayer a disposición judicial y trasladado desde la comisaría al depósito municipal de detenidos de Tortosa. Esta previsto que el titular del juzgado número 2 de esta localidad le tome declaración en la mañana de hoy.Laso admitió durante los interrogatorios, según fuentes de la investigación, haber simulado el accidente de automóvil ocurrido en marzo de 1989 en el que falleció su hijo Daniel, de 6 años de edad. El coche cayó por un barranco de 20 metros de profundidad y el niño quedó calcinado, aunque Ramón Laso resultó ileso.

Laso podría, según las fuentes citadas, haber simulado también el suicidio de su esposa, Dolors Camacho, cuyo cadáver fue hallado decapitado por un tren en la estación de La Aldea.
Manel Miranda, fiscal de la Audiencia Provincial de Tarragona, afirmó que pueden existir otros implicados en la muerte de la mujer y el niño. Miquel Camacho, hermano de la mujer fallecida, considera que es incomprensible que después de caer por un barranco de 20 metros y haberse incendiado el coche, "el niño muriera calcinado y él [Laso] resultara ileso, después de haber estado más de un cuarto de hora inconsciente".
También se han observado irregularidades en las diligencias que en su día determinaron como suicidio la muerte de su mujer y en las del fallecimiento de su hijo.

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